El lanzamiento del nuevo iPhone ha llegado con muchas críticas de todo tipo, que se pueden resumir en un descontento o desencanto para muchos. En mi caso, soy ligeramente indiferente al tema, no me inquieta, preocupa o incomoda porque simplemente los teléfonos touch no son de mi estilo, los considero muy femeninos y quizá hasta delicados, además coincido con la evaluación de Wendell sobre innovación tecnológica, la cuál comparto ahora:
- La nueva herramienta debe ser más barata que aquella a la cual reemplaza.
- Debe ser de una escala menor o igual que aquella a la que reemplaza.
- Debe cumplir sus funciones de un modo que sea probadamente mejor que aquella a la que reemplaza.
- Debe usar menos energía (o batería) que aquella a la que reemplaza.
- Debe, preferiblemente, usar alguna forma de energía recargable, como la solar o la basada en el movimiento o la temperatura del cuerpo humano.
- Debe poder ser adquirida y reparada lo más cerca posible de nuestro hogar.
- Debe ser distribuida a través de tiendas pequeñas, con propietarios reconocibles, que asuman la resposabilidad de su venta y mantenimiento.
- Debe poder ser reparada por una persona de inteligencia normal, si dispone de las herramientas necesarias.
- No debe reemplazar o interferir en ninguna cosa buena que ya exista, incluyendo la familia y las relaciones sociales.
Bajo esta perspectiva el nuevo iPhone terminará pésimamente evaluado, pero como la publicidad siempre nos dice lo que "debemos oir" y "el cliente nunca sabe lo que quiere", Apple seguirá incrementando sus ventas como nunca antes lo hizo, al menos durante un tiempo más.
El monopolio de innovación y diseño, corre el riesgo de dejar de pertenecer a Apple en un futuro no tan lejano, por mas patentes que reclamen o juicios que ganen, haciéndolos ver como "la manzana de la discordia".
