Este último mes ha traído muchos cambios en mi vida, una separación sentimental difícil llena de claro oscuros, una reivindicación con mi hija que está en plena adolescencia y muchas pláticas que estuvieron pendientes entre otras cosas más.
El día de ayer fui por mi hija a la escuela para reunirnos con su mamá que había dado a luz a una hermosa niña que pesó 2 kilos con 700 gramos. El hecho está en qué es media hermana de mi hija pero eso no parece importar mucho en los sentimientos porque la emoción qué mi hija tenía por conocer a su hermanita era muy grande y me enseñó muchas cosas sobre la aceptación. Yo mismo me sentí emocionado al contemplar de nuevo el milagro de la vida, de la maternidad y del vínculo familiar.
Por la tarde mi hija y yo fuimos al centro de la ciudad para buscar un vestido lindo y zapatos que llevará a la próxima fiesta de 15 años de una de sus primas en el mes de junio. Durante esta salida tuvimos oportunidad de platicar sobre muchos temas pendientes, tomamos un helado y terminamos decidiendo buscar ropa y calzado en otros centros comerciales.
Hoy por la noche después de un largo día de trabajo salí con mi hija a cenar a la tradicional taquería “Los Güeros” en donde creo yo que sirven las mejores “lecheras” (taco de tortilla de harina con carne de res y queso). Mientras cenabamos platicamos de tecnología, música, cine y su nuevo vestido que usará en la fiesta de su prima. Me he dado cuenta de que la fecha se ha cumplido y mi hija está dejando de ser una niña para convertirse en una señorita llena de cualidades interesantes, apasionada, con mucha energía y sueños. Lo pasé riquísimo durante nuestra cena.
Aunque hay muchas cosas por las que podría estar de mal humor, prefiero disfrutar de todo lo bueno que me está pasando: una hija hermosa, fortuna en los negocios y un reencuentro conmigo mismo que valoro cada vez más.
Al menos por hoy, todo está bien.